domingo, 27 de octubre de 2019

Medusa



Medusa en el mar y la montaña.
Pensando en el paisaje y mi destino,
Iba haciendo mi camino,
Sintiéndome arrastrado he encontrado,
 en un desierto de guijarros marinos,
Hecha piedra una medusa.
¿ Ha sido el mar o el destino,
El que ha hecho tal proeza?
Escalar unas dunas de guijarros
Para acabar siendo parte de las piedras.
Lloren conmigo,
No somos más que seres perdidos,
En un océano de calamidades.
II
Recorriendo una senda con mis canes.
Hemos hecho camino en el tiempo.
Llegando a un lugar que parece remoto.
Entre los juncos: mis perros.
Con dos dedos agua  y rodeno,
 un oasis en un rincón perdido.
El resto rojo desierto, rojo monte,
Rojo espejo de agua, roja roca
 rojo viento caliente de invierno.
A la hora de volver por el collado rojo.
Hemos sentido lo triste que es volver.
A un pueblo de piedra,
con gente de corazones de roca.
Todo les es indiferente.
Es como si hubieran visto a medusa
Y les hubiera vuelto en piedras
Angelillo de Uixó.

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domingo, 6 de octubre de 2019

La llamada de los lobos de Alfondeguilla.






Los lobos todavía guardan un último  camino en la sierra de Espadán , aunque más que camino es un sendero. Recodo donde se encuentran a través de un puente el hombre y la tierra, realizando delicados equilibrios entre el medio ambiente y la nada. El hermano lobo aún está entre nosotros sin conocer su identidad con nosotros. Convertido amigablemente  el lobo  en el mejor hermano del hombre,  el hombre en un lobo para el hombre, y el hombre en  un enemigo  para el lobo .  ¡El hermano lobo y el hermano hombre! ambos están en serio peligro de desaparecer de nuestros caminos y nuestras vidas, en estos tiempos de esta triste España. Pesimista es el hombre y es el lobo cuando salen al camino sobre esta geografía, plano a escala de una  pésima España presente, que viene de ser ayer una depresión de miseria en toda su extensión, no habiendo rincón, aldea, pueblo  donde no exista el llanto, el aullido del hombre por ser dueño  de unas vida sin destino posible.  Pronostican las ciencias, por todos los campos de ambas castillas, que la ignorancia acumulada  a raudales por sus dirigentes,  y atesorada por este pueblo llano, sumiso, cargado de cadenas y envidias, que le  aguarda un futuro que hace temblar a las hierbas.
El lobo se despide del paisaje en la geografía de este país, pero le sigue su extinción el hombre. Pero la vida siguen en el campo  hermanos del hombre y del lobo, seguirá en las  ciudades llenas de gentes, pero no de hombres, así como el país  seguirá albergando vegetación,  tan perdidas y rebosantes de gentes nuestros pueblos , aldeas y ciudades que desearan su pronta extinción.
Mis hermanos lobos y yo vamos trotando de Vall d´Uixó a Alfondeguilla, uniendo nuestros corazones con el camino,  de tal modo lo vamos construyendo, que ya no existen esas zonas negras de muerte , destrucción, desesperación personal que han dejado , dejan y dejaran como huella de angustia vital y paso por la vida, mis paisanos ,en sus obras, en su carácter,   en el paisaje y en mi corazón. Eso se ha despedido para siempre. Ahora somos libres, aplastados por la fuerza de la ley mordaza, obra de ingeniería sin igual  para hacer pasar las mente de un lado a otro. La nuestra ya bordea la total y absoluta  indiferencia  social por el hombre y la tierra de esta España, a la que yo ya no pertenezco. Sea mi rey, mi patria y mi ley la total indiferencia. Si puedo pasar un día feliz en esta amarga tierra, que viva España, su ley , su rey, y su sociedad, para mi solo cuenta el  simple manantial al que nos dirigimos. Agua pura casi quieta, sombra de las rocas en lento movimiento, manantial casi de goteo que se desliza suave entre los guijarros , las adelfas, y  las raíces de las gramas de pantano, pasando por la bóveda  de un milenario  acueducto romano, de piedras entre las paredes de un escarpado cañón rocoso y rojizo, acueducto    que parece que sujeta las paredes de su derrumbe ,  es la imagen del paraíso en la tierra que hemos olvidado. Así es como lo recuerdo mientras los pedales van girando  y los perros, mis lobos , van tirando de las correas , pues ellos empujan una especie de trineo con el que viajo. Se trata de una bicicleta accionada por pedales y la fuerza de mis canes que van delante trotando como potros enganchados a los arneses.
Al pasar el primer mirador asoman  las paredes rocosas de la sierra, cubiertas de enormes  árboles  que habitan  en paredes verticales de las rocas sin tierra, aferrados enormes troncos de alcornoques , de cientos , quizás hasta toneladas de peso, anclados a la pared por las raíces que han excavado  muchos metros en la pared de la montaña para soportar el peso de la gravedad en la que flotan. A lo lejos se ve el pueblo de Alfondeguilla con la blanca palidez de sus casas, insignificante todas ellas bajo las moles rocosas. Rápidamente queda a nuestra espalda y se pierde en su estática monotonía.  Nuestro camino discurre por una pista cortada, casi tallada por un cuchillo, a un lado de las montañas. Zigzaguea entre pendientes muy pronunciadas, con bosques en su ladera de  alcornocales, entre claros  y claros producidos por deslizamientos de tierras que han dejado rocas tiradas de las cumbres erosionadas donde no crece nada debido a las toneladas de escombros depositados  sobre la tierra.
En una curva detengo a mis compañeros. Me apeo de la bicicleta mirando el horizonte, como hiciera Colón al poner pie en tierra en América. Sobrecogerse al ver tanta exuberancia. El fondo del barranco se presenta como una clásica selva. Frente a nosotros asoman como torres en la lontananza de un camino con el que se debe luchar , cual gigantes, las monstruosas  paredes del cañón donde se encuentras el Arquet al que vamos. Siento esa sanción que debieron sentir  los aventureros al adentrarse por un paraje  peligroso. Tal es la grandeza del lugar que podrían ser el paisaje de las minas del Rey Salomón. Sin embargo, es otro tesoro el que en aquel punto lejano se encuentra. Un arco romano, el último símbolo de civilización de la Sierra de Espadan. Después de eso, solo habrá vegetación y minas de pirita, mercurio, hasta llegar a otro pueblo llamado Eslida,  donde un castillo musulmán, o moro, como prefieren decir por aquí, nos muestre que por allí paso una vieja  civilización consumida por las brozas, las paleras, la encinas y los alcornoques.  
Mis hermanos lobos están inquietos. Quieren seguir el camino por la pista, no les hace gracia la escalada, así que los tranquilizo con suaves palabras pasando mi mano por su lomo intranquilo. Cae rodando una piedra al agacharme, ellos sacuden la cabeza.
Amigos míos, sé que no os gusta estos senderos, sois lobos prudentes, a la vez que intrépidos . Pero como vuestro capitán,  os quiero llevar a un lugar importante para vosotros.  Es una orden bajar el barranco. Tener paciencia y calma. Ahora debéis tirar despacio. Formaremos una caravana, uno irá delante de otro bien atado por los arneses de tiro,  y yo al final con la bici. El que vaya delante debe ser cuidadoso, si cae caeremos todos por el barranco.
Poco a poco vamos bajando, de tal modo que parece que vayamos escalando. Al llegar al suelo del barranco y mirar hacia arriba, compruebo que ya no se ve la pista. Conforme andamos  ya por el suelo del barranco entre las paredes del cañón, empieza a aparecer agua. Cada vez hay más y las paredes se hacen más estrechas,  hasta llegar a una parte que casi cubre el cielo, y el agua por las pozas por las rodillas. Sobre nuestras cabezas  solo se ven paredes rocosas formando un circulo abierto por un pequeño lado. Los perros se tiran a unas pozas incluso atados a la bici . Esta la dejo en el suelo para filmar la escena, como hiciera un descubridor de las fuentes del Nilo. Mariposas blancas vuelan por todos lados, pequeños peces encerrados en una poza dan sombra al fondo del agua. El arco romano surge como una joya de la arqueología que acabara de ser descubierto. Es como si estuviéramos en otra dimensión, lejos del paisaje  conocido, en otro mundo, y por qué no decirlo, otro mundo mejor que el hay 6 kilómetros abajo.
Les hablo a mis perros como si fueran los testigos de mi descubrimiento, mientras ellos chafan el agua con la patas y descansan en las hierbas.
Escuchad hermanos lobos, hace tiempo que quería traeros a este lugar, como viene con vuestro padre antaño. Aquí solía escribir mis historia  que tantos años de amarguras me han traído y quizás la muerte. De eso hace más de 10 años, en el 2008-2009 visitaba con frecuencia este lugar huyendo de una realidad con la que comprometí y con la que hoy he roto para siempre. Luego deje de venir a este lugar, cuando perdí el coche y me quedé estancado entre miserables. Este lugar está igual que siempre. Algo más seco, algo más sucio, pero la esencia no se ha perdido.
Camino hacia una pequeña cascada.
En esta roca pulida por el agua durante miles y miles de años, sentado  me enfrente al sistema quijotescamente escribiendo, y grotescamente voy a terminar. Hoy ya no me importa que este lugar se seque, ya no me importa que las legiones romanas trajeran el derecho romano y la civilización a nosotros. Vivan los barbaros que destruyeron la civilización.  ¿ Veis hermanos lobos esas paredes rocosas de más de 40 metros de altura que casi se cierran sobre nosotros? Fue el agua las que las separó, la que hundió este lugar tantos metros. El agua ablanda la roca, es la más fuerte de todas las cosas que existan en este planeta. Antes que este acueducto, hace miles y miles de años, vuestros ancestros los lobos aullaban sobre esas rocas a la luna. EL más fuerte de ellos, el líder se colocaba sobre esa roca y dirigía la caza por este barranco. Se guarda en la conciencia esa ancestral la escena. Resuenan en las paredes de betún, en el agua de seda los aullidos de canela de vuestros ancestros,  por eso este lugar en forma de diente de lobo, el colmillo del barranco , es el emblema de la ecología de varios municipios como Vall d´Uixó y Alfondeguilla.
Sin darme cuenta las palabras ya no me salían, y mis perros que no me prestaban atención hasta ese momento,  se abalanzaron sobre mi de forma efusiva levantándose a dos patas como un humano  mientras yo aullaba.
Angelillo de Uixó.

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