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Una vez más ha vuelto a ocurrir.
Las noticias nos traen un mensaje de movilización social:
un monte convertido en una pocilga se ha vuelto a quemar.
Hay una petición de ayuda de los propietarios de esas tierras que lo han perdido todo,
y han pasado a ser indigentes.
Aseguran que van a resistir careciendo de todo, aún a costa de vivir como animales.
Triste y heroico es ver llorar a los hombres por perder los tesoros que no valoraron,
jugarse la vida por salvar aquello por lo que no mostraron interés alguno,
abrazar al que ha perdido todo, y querer seguir donde ya no hay nada.
Pero así es el sentido de la vida que discurre paralelo junto al fuego redentor .
Ese fuego que ha dado un valor añadido a las pocilgas forestales
Aunque , cuando solo queden cenizas y pase un poco de tiempo nadie recordará nada del valor que hubo, como antes del incendio, cerrándose el círculo..
Las lágrimas dejarán paso a la indiferencia, y la resistencia será dejar pasar el tiempo, mientras la ayuda formará parte de la materia muerta del incendio.
La tormenta emocional se irá como nubes tras una tormenta por la vía de los hechos consumados.
El fuego habrá esculpido magistralmente piedras calcinadas para que los hombres puedan descansar y posar sus ojos en un paisaje roto de dolor , ausencias, abandono semejante al de cualquier persona,
Entonces el hombre, la única criatura con una mente prodigiosa considerará que la humanidad es una porquería.
¿ Quién la salvará de arder y arder, de arder buscando ayuda mutua para salvarse?
¿ de arder queriendo vivir en paz entre las llamas?
Ángel Blasco.