Antes de pasar a poemar el viaje de ayer a las tierras de la Albufera, dejo las fotos de un lago y unas tierras que se han convertido en un monótono bostezo, en un desierto de agua turbia, lenta, casi sin movimiento, repleto de mana para los cangrejos americanos.
A su alrededor hay pueblos como El palmar, Sueca, Sollana, que han salido del lago, y de ese mundo del barro.
Cañas y barro es un ensueño fantasmal, tan distante para los que viven en la orilla de la albufera, como para alguien de Madrid o Bilbao.
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