jueves, 22 de junio de 2017

Nuestra tierra es para su ocio





Si fue ayer cuando nuestro pueblo destilaba sudor para levantar los ribazos y hacer brotar al árbol en el secano de la piedra y la arena, sustento de su casa. Hoy,es la gasolina de esa estirpe la que resbala entre los dedos. En ese mismo lugar, entre esas mismas piedras que levantaron sus ancestros, que caen bajo las ruedas sobre las que flota el humo de los motores , haciendo de chimenea en el bosque por el que circulan.
Si les preguntas cuando pasan por la tierra errantes a estos hombres, a donde van. 
Ni te miran. 
Pasan por tu lado en sus motos sintiéndose grandes, libres y competitivos.
Si acaso les escuchas hablar en alguna parada en el claro del bosque. comprendes que es gente baja que hablan de su ocio, de sus diversiones, de deportes, de mujeres, de coches y de motos.
Si acudes ante aquellos que tienen la misión de hacer de este lugar un sitio mejor y predican  que vivimos en la verdadera ciudad educativa, la que lucha contra la selva, y cuyo primer deber ciudadano es buscar el ocio y la diversión. Así arañan horrorizados con su arado estos  nuevos educadores al viejo cuadro pintado por un pintor costumbrista que reflejó la vida del campo español. En el nuevo lienzo se prodigan las bondades del progreso y la libertad individual con la satisfacción de haber salido del campo para volver a él en forma de ocio, deporte y cultura con un nuevo hombre que respira otros humos. Esos humos son el ocio y la diversión. Pues aún queda en el planeta muchos bosques por habitar para el hombre, muchos campos fértiles.
¿ Por qué no entregar un trozo de planeta a un reino en el que forme su estirpe y linaje el idiota?
Angelillo de Uixó.

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